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Ataduras

Ataduras

            ¿Tienes alguna atadura? Cualquier cosa que no permita que la plenitud del espíritu haga su trabajo en y a través de ti puede ser una atadura.

Las ataduras no pueden ser tan evidentes como queremos que sean. La razón de esto puede ser que las vemos como parte de lo que somos. Da un paso atrás y mira a tu familia. ¿Qué ves en tu familia que podría haber sido heredado por ti? Celos, orgullo, depresión, rechazo, amargura, resentimiento, problemas sexuales, miedo, adicción, creencias paganas, enojo, ansiedad, control compulsivo, etc.

“Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.” 2 Corintios 10:3-5

Una vez que hayas identificado cualquier tipo de ataduras, pide perdón a Jesús y declara que tu no quieres formar parte de eso nunca más y entrégaselo a Él.

Declara que Dios es tu fortaleza y atadura, “El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!” Salmos 18:2

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