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Cuando la tormenta se detiene por ti

Estaba finalmente de vacación, descansando en la playa y el viento estaba soplando demasiado fuerte que la arena nos estaba impidiendo descansar. Realicé una pequeña oración a Dios para que la arena deje de volar sobre nosotros. Unos minutos después, comenzó a llover. Las personas alrededor de nosotros empacaron sus cosas y se fueron. Nosotros decidimos entrar al agua y esperar ahí. Cuando dejó de llover, salimos del agua. Mi sobrino dijo que alguien debió haber orado para que la arena deje de soplar. Ahí fue cuando realicé que Dios respondió a mi oración. La lluvia ocasionó que la arena estuviera mojada y dejó de soplar.

Dios se preocupa por todo lo que nosotros nos preocupamos. Lo único que Él quiere es que nosotros le pidamos. Él puede detener la tormenta por ti.

“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” Marcos 4:35-40 RVR

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