Si sientes que eres menos que otros seres humanos, nunca estás a la altura o no tendrás éxito sin importar lo
que hagas, entonces este es el «juego de la vergüenza» que el enemigo intenta jugar.
La vergüenza crece en familias disfuncionales, donde los niños no son cuidados o han sido abusados
(físicamente, emocionalmente, sexualmente), lo cual puede abrir una herida en el alma. Sin embargo, esto no
significa que no puedes eliminar la vergüenza de tu vida.
Aquellos que tienen vergüenza tienden a encubrirse y esconderse. Están atormentados por la autoconciencia,
los problemas de autoestima, la sensación de no sentirse dignos de amor o, peor aún, de la vida. Observa la
respuesta de Adán y Eva cuando pecaron: “En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de
su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera. Cuando el día comenzó a refrescar, el
hombre y la mujer oyeron que Dios el Señor andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse
entre los árboles, para que Dios no los viera.” Genesis 3:7-8
Ya sea que tú lo hayas cometido o alguien lo cometió sobre ti, el pecado puede causar sentimientos de
vergüenza, culpa y rechazo. Recuerda: » No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido
que no llegue a conocerse.» Lucas 12: 2
Pídele al Señor que te muestre las áreas de tu vida que están ocultas y pídele que te dé sabiduría sobre cómo
lidiar con ellas, “Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.» Salmo
51:6
Proclama: “Por cuanto el Señor omnipotente me ayuda, no seré humillado. Por eso endurecí mi rostro como el
pedernal, y sé que no seré avergonzado.” Isaías 50: 7