Si tu pérdida fue traumática y decidiste ignorarla con la esperanza que desaparezca, se prevenido. El tiempo puede pasar y las personas pueden olvidarse del evento, pero el corazón se acuerda de la herida. Para que el corazón sane, la herida debe ser tratada y paredes deben ser derribadas. De otra manera te convertirás en otro miembro de los heridos caminantes que no viven como Dios desea. Sé capaz de entregarle a Dios tu corazón, espíritu y mente. Búscalo en tu tiempo de necesidad.
“Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.” Salmos 34:18. (RVR)