Corremos aquí y allá. Sin embargo, estamos corriendo y entrenando intencionalmente para la carrera de nuestra vida, para nuestra salvación eterna. Debemos tratar a nuestra salvación y lo que Dios quiere, como si estamos entrenando para un maratón. Es posible que tenga un solo disparo, y el camino puede ser difícil, el camino no puede ser claro, puede haber tormentas, y puede haber lesiones en el camino. Planificar adecuadamente para cruzar la línea de meta. Su vida puede contar con ella.

«Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.» Hebreos 12:1