Pie sucio
Mientras manejaba de vuelta a casa de un servicio de lavado de pies en jueves Santo, estaba meditando en lo que Jesús le dijo a Pedro, “Si no me dejas lavarte, no eres parte de mí.” Pedro quería que Jesús le lavara todo el cuerpo, porque amaba a Jesús demasiado. Pero Jesús dijo, “Él que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, pues todo su cuerpo ya está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos” (Juan 13:8-11). Jesús se estaba refiriendo a Judas, quien lo traicionaría.
Mientras pensamos en la profundidad de lo que Jesús dijo, podemos ver que Él estaba hablando acerca de nuestra condición espiritual. Cuando somos limpiados con la sangre de Jesús, la cual nos limpia de todo pecado, entonces somos verdaderamente limpios. Cuando caminamos en este mundo y somos expuestos a cosas que no quisiéramos ver, nos ensuciamos los pies. Necesitamos limpiarnos día a día arrepintiéndonos por la suciedad; deshonrando nuestras relaciones con otros, mala actitud, desobediencia a Dios, o sea lo que fuese nuestro caso.